Es muy interesante ver cómo Dios siempre agota todos sus recursos para hacer que Su pueblo realmente entienda lo que Él quiere enseñar. Es tan importante para Dios guardarnos, librarnos y enseñarnos, que, incluso, envió a Su único hijo al mundo, el Señor Jesús.
Esta mañana, cuando leí este capítulo, le pedí a Dios dirección y comprensión, a fin de que fuera hecha Su voluntad y no la mía.
¿Cuántas veces Dios no le ha pedido algo, y usted, simplemente, ha mirado en otra dirección? ¿Cuántas veces Dios no lo libró de su propia insensatez? Hay un dicho muy común que dice: "No hay peor ciego que el que no quiere ver". ¿Cuántas veces Dios no le alertó de algo, y usted, por necedad, no hizo caso y luego sufrió las consecuencias y se enojó con Dios? Los recabitas fueron llevados por el profeta Jeremías a un aposento en dónde él les sirvió vino y les pidió que beban. Claramente, Dios le había pedido eso mismo a Jeremías porque quería mostrarle algo. En el momento que Jeremías dijo "Bebed vino" (vers. 5) los recabitas le explicaron que ellos no bebían porque su padre les había dicho que NO lo hicieran, junto con ello, le dio unas indicaciones de lo que NO debían hacer ni ellos, ni sus hijas, ni sus esposas, es decir, todo el pueblo. Y los recabitas habían obedecido rigurosamente ese mandamiento. Cuando lo pienso, imagino la sorpresa que habrá tenido Jeremías en ese momento.
Luego, Dios mandó a Jeremías a reunir a Su pueblo para pasarles este ejemplo. Observe cómo son las cosas, un pueblo como los recabitas, quienes recibieron el mandamiento de no beber, no tener casa estable, viñedos, en definitiva: a no tener posesiones, obedeció sin quejarse, mientras que el pueblo de Dios, que estaba (estuvo y siempre estará) destinado a grandes bendiciones en todos los aspectos, solo debía ser obediente y fiel a Dios para así conocerlo y Él mismo les entregaría bendiciones abundantes, no quería obedecer... no quería obedecer a alguien que tenía (tuvo y siempre tendrá) mucho más que ofrecerles en comparación al otro que pueblo, que había confiado en la palabra de un solo hombre. Dios se enojó con Israel y Judá, y los regañó. Mientras que bendijo al pueblo recabita por su infinita obediencia.
Hay personas que hacen muchísimos sacrificios materiales para Dios, casi de manera mecánica, y no se detienen a pensar en los que Dios más ama de cada una de sus criaturas: la obediencia en Su palabra.
Cuando usted cuida de un niño, exige de él que le haga caso, le cuida de todo, le enseña, no se cansa de decirle que debe obedecer su voz para que este a salvo de cualquier cosa y no se mande macanas. ¿No es gracioso que usted le pida eso a un niño y que él lo haga, y que usted no haya hecho caso a la voz de Dios cuando Él le pide lo mismo: obediencia? Medite, ¡Dios espera por usted, lo quiere bendecir abundantemente!
Muchas bendiciones para ustedes en este día.