
Antes de continuar, vuelva a leer esas líneas: rey que enseñaba su grandeza al pueblo, pueblo gozoso, rey honrado, rey que quería presentarles a todos su hermosa reina, reina que sería elogiada por sus virtudes... ¿No le parece que eso hubiese sido una honra para Vasti? Ser llamada por su rey, con el fin de ser presentada ante su pueblo como la mujer más hermosa de veintisiete provincias, no una, dos, siete o diez provincias, ¡veintisiete! Y ella se negó, negó ese privilegio, humilló al rey ante su pueblo, y tuvo una actitud completamente contraria a la que su esposo había tenido para con ella.
Cuando le trajeron la respuesta de Vasti, el rey Asuero, éste se encendió en ira, pero, ¿cree que solo sintió ira porque su esposa lo humilló públicamente?
Terminado el banquete, el rey Asuero buscó a los sabios de su reino para preguntar qué hacer con su esposa, y todos le explicaron que la actitud que ella había tenido iba a incentivar a las demás mujeres del reino a volverse contra sus maridos y sembrar el enojo y el descontrol en todos los hogares. ¿Imagine cómo recibió la noticia el rey? La mujer que tanto amaba, su joya más preciada, sembrando el caos en su reino. Ante tal situación, el rey volvió a preguntar qué hacer, y uno de sus sabios le dijo que le quitara la corona de reina a Vasti, y que buscara coronar a otra mujer mucho mejor que ella en su lugar, y que eso sería de ejemplo para todos en el reino de que ninguna mujer podía volverse contra su marido, sino que le debían respeto y sumisión. El rey Asuero concordó y envió el decreto a todas las provincias, incitando, además, a que los hombres afirmasen su autoridad en sus casas.
El rey Asuero siguió el consejo de sus sabios pero, ¿no cree que le habrá dolido en lo más profundo de su ser, separarse de su reina, la mujer que lo había acompañado en su reinado, su compañera y amor?
Mujeres, chicas, jóvenes... piensen en esto: una sola actitud o palabra puede cambiar para siempre su vida, su entorno y su familia. Vea que si Vasti se hubiera presentado ante el rey en aquel banquete, cumpliendo su petición, siendo honrada por el pueblo, su vida y la de su amado rey hubiese continuado como hasta ese momento: amor, oro, honra, gozo. Pero ella eligió otro camino, ella impuso su voluntad y se negó a su esposo, negó algo que, si usted piensa, no era malo: lo único que el rey quería era honrarla. Por eso, medite en sus acciones, piense antes de actuar, no se deje llevar por el momento. Quizás en el instante en que Vasti recibió el llamado de su rey, en medio de su banquete (porque Vasti también estaba haciendo un banquete para las mujeres al mismo tiempo en que su esposo hacía el suyo) pensó todo lo contrario a lo que realmente era: "Él me trata como a un objeto"; "¿Quién se cree molestándome en mi banquete?"; "Piensa que siempre estaré a su disposición y se olvida de que también soy una persona". Estoy segura de que las mujeres de su banquete se habrían maravillado si la veían responder con amor ante el llamado de su esposo.
Muchas de nosotras nos dejamos llevar por pensamiento totalmente contrarios, en lugar de comprender verdaderamente lo que sucede, lo que se nos pide. Procure pensar antes de actuar y obedecer, le aseguro que grande será su honra.
Dios los bendiga.